Desgarrados de amor [parte 2]
Unitario de alto
presupuesto y de bajas expectativas.
En nuestro capítulo anterior…
Cintia hablaba con Laura sobre el anuncio a realizar en la fiesta loca:
-No te puedo decir Lau –responde Cintia-.Ya te dije que te tenés que
enterar cuando se enteren todos.
Mariano se infiltraba y utilizaba de cómplice a Pablo:
-Señor, ¿gusta servirse de canapés?
-Uhhh. No me gusta el morrón verde.
Mariana llegaba a la fiesta con una carga equivocada:
-¿Doscientos chongos Mariana? ¡Doscientos choclos te dije que trajeras!
–gritó Pablo, desesperado- ¡CHOCLOS! ¡Es para el decorado de la fiesta! ¿Qué
vamos a hacer ahora con doscientos tipos en pelotas, envaselinados y encerrados
en un camión?
Y justo en el momento clave, Cintia decidió no hablar, sin embargo…
-¡Alto! –gritó alguien desde el piso superior. Era Laura bajando las
escaleras.- Contá la verdad Cintia. ¡Deciles que en realidad Cintita no es tu
hija!
Y ahora, en el nuevo episodio de
nuestra novela favorita:
Capítulo 2 – La reconstrucción of the facts.
-Agencia de Modelos –dijo Vany,
sentada detrás de su escritorio en la sala de espera de la empresa que fundaron
hacía tiempo con un grupo de amigas. El microemprendimiento había progresado
hasta convertirse en una corporación multimillonaria. Vanina miró la foto del
momento en el que inauguraron el edificio principal de la Agencia de Modelos:
de izquierda a derecha estaban ella, Cintia, Marianilla, Pao y Sol, jóvenes,
radiantes y con muchos sueños por cumplir. Añoraba esas épocas, en la que la
empresa todavía no ocupaba la totalidad de sus preocupaciones.
Se encargaba de la selección de
modelos y la recepción general junto con Tiff, que estaba por llegar a la
oficina en cualquier momento. Como Zairita ya estaba en la universidad
estudiando veterinaria, tenía el tiempo suficiente para dedicarle el tiempo que
SUPERHOT Modelos requería. Como importante multinacional que maneja carne de
todas partes del mundo, el personal tenía que ser carne de primera, y las
elecciones de las nuevas (y nuevos, pero de los hombres se encargaba Cintia)
modelos no eran moco de turkey.
-¿Hola? –preguntó. Del otro lado
de la línea no se escuchaba nada- Hola. ¡Contestá pedazo de sorete!
-Hola Vany, soy yo, Cintia.
No tenía noticias de ella desde
hacía meses.
-¡Cin! ¿Cómo andas nena? ¿Dónde
estás? ¿Qué te paso?
-Nada, estoy bien –respondió
Cintia, con una voz un poco contenta, alegre, satisfecha (no puedo usar más
eufemismos para lo que quiero decir)-. Estoy en Comodoro Rivadavia. Vine a
visitar a unos amigos hasta que pase este problema. Basta, déjame.
Se escucharon ruidos desde el
otro lado de la línea.
-¿Qué pasa Cin?
-Nada nada. –Por lo bajo:- Dejáme que estoy hablando con mi amiga.
–Y volviendo al tono normal:- Tengo que cortar. Para boludo, corto y seguimos. Fijate en mi escritorio, ahí están
las respuestas para todo… Nos vemos Vany, ¡deciles a todos que estoy bien! ¡Ya
voy a volver!
-Pero Cintita…
Y se cortó la comunicación.
Cintia los había abandonado luego
de aquel incidente en la fiesta loca organizada en su casa. Había ultimado
varios detalles, esa misma noche, y después había desaparecido, dejando a
Cintita a cuidado de Pablo, el cual también ya estaba viajando antes de que
saliera el sol. Todo había sido demasiado extraño, comenzando desde la
aparición de Mariano.
El flujo de sus pensamientos se
detuvo en un portazo. Había oído los tacones sonando desde el otro lado del
panel que separaba su oficina, pero la sorpresa por la llamada de Cintia la
había dejado atónita.
-Steffy, ¿cómo andás?
-COMO EL ORTO, GRACIAS POR
PREGUNTAR –El temperamento de Steffy había cambiado un poco después de su
segundo divorcio, pero la querían todos igual-. ME CRUCE CON UNA PENDEJA
PELOTUDA QUE ME PIDIO EL PRIMER ASIENTO EN EL COLECTIVO PORQUE ESTABA
EMBARAZADA. ¡SI YO NO ME LA COGI! ¿POR QUÉ SE SUPONE QUE LE TENGO QUE DAR EL
ASIENTO?
-Porque tiene prioridad en los
asientos de adelante –respondió Vany, acostumbrada al tono de voz de Steffy,
todavía un poco confundida por el llamado de Cintia.
“Fijate en mi escritorio, ahí
están las respuestas para todo…”.
Se levantó, dejando a Steffy
hablando sola sobre lo pelotudas que eran las personas que habían decidido que
se les tenía que ceder el asiento a personas con movilidad reducida. Fue
directo a la oficina de Cintia, en el piso superior, esperando que no esté
cerrada con llave.
[La pantalla se nubla y se
muestra la última escena del episodio anterior]
Sobre las escaleras, mirando a
todos desde arriba con desdén y repulsión, Laura les decía a todos que Cintita
no era hija legítima de Cintia. Nadie podía creer lo que estaba pasando.
-Cintita es mi hija –dijo Laura,
bajando las escaleras mirando fijamente a Cintia. Su andar felino y el tono de
su voz hizo que todos pensaran que había cambiado completamente. Había algo en
su mirada que era diferente. Malignos, poderosos y a la vez hipnóticos, los
ojos de Laura se acercaban a Cintia como si de un momento a otro fuera a
comérsela con la mirada- ¿No te acordás el pacto que hiciste hace siete años?
–Laura miró hacia el público- Ustedes tampoco, ¿no?
Todos los asistentes se
estremecieron, como si en lugar de una mujer común y corriente estuvieran
mirando a una pantera rodeada con un aura de oscuridad. Una espesura de
infierno invadió el auditorio.
-No te entiendo Laura, ¿qué te
pasa? –preguntó Cintia, horrorizada. El pacto que había hecho siete años antes…
-Laura nunca existió, Cintia
–dijo ella, enigmática y sensual-. Vos querías una familia, un marido ejemplar,
una mansión y cientos de amigos –Hizo un gesto con la mano señalando todo a su
alrededor- y ahora es el momento de devolverlo todo. Siete años después.
[Volvemos al presente. Vany entra en la
oficina de Cintia]
-Siete años después –susurra,
pensando-. ¿Qué pasó siete años antes de la fiesta?
En la oficina de Cintia se hacían
los castings a los modelos masculinos que manejaba la firma. Los hacía
personalmente porque, según ella, era la única con el olfato suficiente como
para poder evaluar a un hombre sin entrar a enamorarse como una estúpida. Cómo
se hacían las entrevistas era un total misterio. A veces se la veía saliendo de
la oficina con un bóxer en la cabeza a modo de gorrito de cumpleaños para
buscar en una heladerita que tenían en el piso un par de botellas de vodka,
pero lo que ocurría dentro de la oficina se quedaba ahí adentro.
El resto de las entrevistas las
manejaban Steffy y Vany, las dos muy a su manera. Para rechazar a una
postulante a modelo, Vany era la más sutil de las dos:
-Mirá, por el momento no estamos
buscando tu perfil en particular –les decía-, pero vamos a archivar tus fotos,
si te parece, en el caso de que estemos necesitando gente.
Mientras que Tiff resultaba un
poquito más… sincera:
-ESCUCHAME QUERIDA, NO ESTAMOS
BUSCANDO GENTE QUE HAGA DE MONSTRUO DE LA MASACRE DE TEXAS AHORA, DE MODO QUE
NO TE VUELVAS A APARECER POR ACÁ, ¿ESCUCHASTE?
O bien:
-TU PORTFOLIO DE FOTOS SE PARECE
MAS A UN ARCHIVO FOTOGRAFICO DE UN ACCIDENTE AUTOMOVILISTICO QUE PASO TODO EN
TU CARA, CON MAS DE VEINTE MUERTOS SEGURO. ESTUDIA ODONTOLOGÍA, PORQUE CON ESA
CARA DE "ME AGARRÓ LA POLIO PERO AHORA ESTOY MEJOR” NUNCA VAS A PODER SER
MODELO.
Dicho de otra manera, mientras
Vany le decía a una modelo:
-Nos gusta tu estilo. Es como muy
exótico, muy atractivo, pero ya encontramos a la persona indicada para el
trabajo.
Steffy decía:
-SI CREES QUE VAS A SEGUIR EL
CAMINO DE ANAMA FERREYRA Y PRETENDER QUE CON ESA CARA DE TIMON Y ESE CUERPO DE
PUMBA VAS A SALIR EN UNA PROPAGANDA DE PERFUMES TE EQUIVOCAS.
Eso sí, las dos o tres modelos
que eligió Steffy durante toda su carrera de selectora se convirtieron en
estrellas inmediatamente. Era un talento que no se le podía negar, que
compensaba el hecho de que tuvieron que ponerle barras de hierro a las ventanas
para que las que eran rechazadas no saltaran.
Vany se acercó al escritorio de
Cintia y no tardó en encontrar lo que estaba buscando. Había un sobre de papel
madera que había llegado por correo hacía poco. La gente del correo no había
notado que Cintia no estaba, aparentemente, porque lo dejaron en su oficina y
no en la de su secretaria. Le llamó la atención ese sobre en particular porque
el remitente tenía solamente una dirección en Comodoro Rivadavia, Chubut.
Abrió el sobre y sacó una hoja
manuscrita y varias fotos que le resultaron familiares. En una de ellas,
Mariano y Cintia sostenían una torta de cumpleaños. Vany ya había visto esa
foto antes, en el living de su casa en La Perlita, solo que… en lugar de la
torta, en la foto que conocía, estaba Cintita.
Continuará.