Impresionado por la cantidad de gente que se quedó despierta
o madrugó para ver el partido de la selección argentina de rugby, dejé mis actividades
rutinarias (léase, resumir la RT 17 para examen del martes, mirar el timeline
de Facebook sin un motivo determinado, tramar formas diabólicas de conquistar
el mundo) para ver qué onda con el partido.
Cosa rara esto de las selecciones de deportes que no son
fútbol. Suelen tener hasta más éxito que la selección de fútbol y nos interesamos
todos en ellos cuando están en el mundial respectivo con chances de ganar.
Pasa también con las Leonas, el tenis y hasta con la
selección argentina de vóley. A nadie le importa un soberano huevo que haya
rugby para todos porque los que son verdaderamente aficionados lo miran en la
tele por cable (recostados en sus sillones cómodos, tomando cervezas premium,
frente a sus televisores de alta definición con servicio de pausar, rebobinas y
grabar programas), EXCEPTO cuando llega el mundial.
Ahí sí, somos todos Pumas, cantamos el himno todos
abrazados, poniendo un tono de voz que bien haría que nos confundan con el que
toca las campanas en Notre Dame, preguntándonos si nos olvidamos de ponerle la
alarma al Mercedes Benz que estacionamos al llegar al estadio.
Ahí nace el orgullo de ser Argentino (con mayúscula, porque
pensamos que se escribe así porque el nombre del país se escribe así). Aflora el
ego nacionalista que nos ahorramos en las fechas patrias y de repente sabemos
que es un try, un maul, que uno de los jugadores de la selección se llama igual
al que conduce el programa de radio, nos comportamos cuales botineras y
gritamos cada anotación con ganas ocultas de decir GOOOOOL, contenidas para no
quedar mal.
Y como es de esperarse, ahora que perdió la selección nos
concentramos en otra cosa. El fanatismo nada tiene que ver con la existencia de
torneos locales, ¡por favor! Que seamos todos aficionados al rugby
internacional no significa que tengamos que saber que se están definiendo los
resultados del Torneo del Interior, ni en qué equipo juegan las figuras de la
selección, que nos interese que le vaya bien a alguno de los Clubes de nuestro
país, nada de eso.
Y no me hagan hablar de los fanáticos que aparecen cada
cuatro años en el Mundial de Futbol porque eso… esa es otra historia.
*cerraba el libro de cuentos y se volvía a zambullir en las
Resoluciones Técnicas de la FACPCE*
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