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martes, febrero 07, 2012

La novela de Cintita (Cap. 2)


Desgarrados de amor [parte 2]

Unitario de alto presupuesto y de bajas expectativas.

En nuestro capítulo anterior…
Cintia hablaba con Laura sobre el anuncio a realizar en la fiesta loca:
-No te puedo decir Lau –responde Cintia-.Ya te dije que te tenés que enterar cuando se enteren todos.
Mariano se infiltraba y utilizaba de cómplice a Pablo:
-Señor, ¿gusta servirse de canapés?
-Uhhh. No me gusta el morrón verde.
Mariana llegaba a la fiesta con una carga equivocada:
-¿Doscientos chongos Mariana? ¡Doscientos choclos te dije que trajeras! –gritó Pablo, desesperado- ¡CHOCLOS! ¡Es para el decorado de la fiesta! ¿Qué vamos a hacer ahora con doscientos tipos en pelotas, envaselinados y encerrados en un camión?
Y justo en el momento clave, Cintia decidió no hablar, sin embargo…
-¡Alto! –gritó alguien desde el piso superior. Era Laura bajando las escaleras.- Contá la verdad Cintia. ¡Deciles que en realidad Cintita no es tu hija!
Y ahora, en el nuevo episodio de nuestra novela favorita:

Capítulo 2 – La reconstrucción of the facts.

-Agencia de Modelos –dijo Vany, sentada detrás de su escritorio en la sala de espera de la empresa que fundaron hacía tiempo con un grupo de amigas. El microemprendimiento había progresado hasta convertirse en una corporación multimillonaria. Vanina miró la foto del momento en el que inauguraron el edificio principal de la Agencia de Modelos: de izquierda a derecha estaban ella, Cintia, Marianilla, Pao y Sol, jóvenes, radiantes y con muchos sueños por cumplir. Añoraba esas épocas, en la que la empresa todavía no ocupaba la totalidad de sus preocupaciones.
Se encargaba de la selección de modelos y la recepción general junto con Tiff, que estaba por llegar a la oficina en cualquier momento. Como Zairita ya estaba en la universidad estudiando veterinaria, tenía el tiempo suficiente para dedicarle el tiempo que SUPERHOT Modelos requería. Como importante multinacional que maneja carne de todas partes del mundo, el personal tenía que ser carne de primera, y las elecciones de las nuevas (y nuevos, pero de los hombres se encargaba Cintia) modelos no eran moco de turkey.
-¿Hola? –preguntó. Del otro lado de la línea no se escuchaba nada- Hola. ¡Contestá pedazo de sorete!
-Hola Vany, soy yo, Cintia.
No tenía noticias de ella desde hacía meses.
-¡Cin! ¿Cómo andas nena? ¿Dónde estás? ¿Qué te paso?
-Nada, estoy bien –respondió Cintia, con una voz un poco contenta, alegre, satisfecha (no puedo usar más eufemismos para lo que quiero decir)-. Estoy en Comodoro Rivadavia. Vine a visitar a unos amigos hasta que pase este problema. Basta, déjame.
Se escucharon ruidos desde el otro lado de la línea.
-¿Qué pasa Cin?
-Nada nada. –Por lo bajo:- Dejáme que estoy hablando con mi amiga. –Y volviendo al tono normal:- Tengo que cortar. Para boludo, corto y seguimos. Fijate en mi escritorio, ahí están las respuestas para todo… Nos vemos Vany, ¡deciles a todos que estoy bien! ¡Ya voy a volver!
-Pero Cintita…
Y se cortó la comunicación.

Cintia los había abandonado luego de aquel incidente en la fiesta loca organizada en su casa. Había ultimado varios detalles, esa misma noche, y después había desaparecido, dejando a Cintita a cuidado de Pablo, el cual también ya estaba viajando antes de que saliera el sol. Todo había sido demasiado extraño, comenzando desde la aparición de Mariano.
El flujo de sus pensamientos se detuvo en un portazo. Había oído los tacones sonando desde el otro lado del panel que separaba su oficina, pero la sorpresa por la llamada de Cintia la había dejado atónita.
-Steffy, ¿cómo andás?
-COMO EL ORTO, GRACIAS POR PREGUNTAR –El temperamento de Steffy había cambiado un poco después de su segundo divorcio, pero la querían todos igual-. ME CRUCE CON UNA PENDEJA PELOTUDA QUE ME PIDIO EL PRIMER ASIENTO EN EL COLECTIVO PORQUE ESTABA EMBARAZADA. ¡SI YO NO ME LA COGI! ¿POR QUÉ SE SUPONE QUE LE TENGO QUE DAR EL ASIENTO?
-Porque tiene prioridad en los asientos de adelante –respondió Vany, acostumbrada al tono de voz de Steffy, todavía un poco confundida por el llamado de Cintia.
“Fijate en mi escritorio, ahí están las respuestas para todo…”.
Se levantó, dejando a Steffy hablando sola sobre lo pelotudas que eran las personas que habían decidido que se les tenía que ceder el asiento a personas con movilidad reducida. Fue directo a la oficina de Cintia, en el piso superior, esperando que no esté cerrada con llave.

[La pantalla se nubla y se muestra la última escena del episodio anterior]

Sobre las escaleras, mirando a todos desde arriba con desdén y repulsión, Laura les decía a todos que Cintita no era hija legítima de Cintia. Nadie podía creer lo que estaba pasando.
-Cintita es mi hija –dijo Laura, bajando las escaleras mirando fijamente a Cintia. Su andar felino y el tono de su voz hizo que todos pensaran que había cambiado completamente. Había algo en su mirada que era diferente. Malignos, poderosos y a la vez hipnóticos, los ojos de Laura se acercaban a Cintia como si de un momento a otro fuera a comérsela con la mirada- ¿No te acordás el pacto que hiciste hace siete años? –Laura miró hacia el público- Ustedes tampoco, ¿no?
Todos los asistentes se estremecieron, como si en lugar de una mujer común y corriente estuvieran mirando a una pantera rodeada con un aura de oscuridad. Una espesura de infierno invadió el auditorio.
-No te entiendo Laura, ¿qué te pasa? –preguntó Cintia, horrorizada. El pacto que había hecho siete años antes…
-Laura nunca existió, Cintia –dijo ella, enigmática y sensual-. Vos querías una familia, un marido ejemplar, una mansión y cientos de amigos –Hizo un gesto con la mano señalando todo a su alrededor- y ahora es el momento de devolverlo todo. Siete años después.

 [Volvemos al presente. Vany entra en la oficina de Cintia]

-Siete años después –susurra, pensando-. ¿Qué pasó siete años antes de la fiesta?
En la oficina de Cintia se hacían los castings a los modelos masculinos que manejaba la firma. Los hacía personalmente porque, según ella, era la única con el olfato suficiente como para poder evaluar a un hombre sin entrar a enamorarse como una estúpida. Cómo se hacían las entrevistas era un total misterio. A veces se la veía saliendo de la oficina con un bóxer en la cabeza a modo de gorrito de cumpleaños para buscar en una heladerita que tenían en el piso un par de botellas de vodka, pero lo que ocurría dentro de la oficina se quedaba ahí adentro.
El resto de las entrevistas las manejaban Steffy y Vany, las dos muy a su manera. Para rechazar a una postulante a modelo, Vany era la más sutil de las dos:
-Mirá, por el momento no estamos buscando tu perfil en particular –les decía-, pero vamos a archivar tus fotos, si te parece, en el caso de que estemos necesitando gente.
Mientras que Tiff resultaba un poquito más… sincera:
-ESCUCHAME QUERIDA, NO ESTAMOS BUSCANDO GENTE QUE HAGA DE MONSTRUO DE LA MASACRE DE TEXAS AHORA, DE MODO QUE NO TE VUELVAS A APARECER POR ACÁ, ¿ESCUCHASTE?
O bien:
-TU PORTFOLIO DE FOTOS SE PARECE MAS A UN ARCHIVO FOTOGRAFICO DE UN ACCIDENTE AUTOMOVILISTICO QUE PASO TODO EN TU CARA, CON MAS DE VEINTE MUERTOS SEGURO. ESTUDIA ODONTOLOGÍA, PORQUE CON ESA CARA DE "ME AGARRÓ LA POLIO PERO AHORA ESTOY MEJOR” NUNCA VAS A PODER SER MODELO.
Dicho de otra manera, mientras Vany le decía a una modelo:
-Nos gusta tu estilo. Es como muy exótico, muy atractivo, pero ya encontramos a la persona indicada para el trabajo.
Steffy decía:
-SI CREES QUE VAS A SEGUIR EL CAMINO DE ANAMA FERREYRA Y PRETENDER QUE CON ESA CARA DE TIMON Y ESE CUERPO DE PUMBA VAS A SALIR EN UNA PROPAGANDA DE PERFUMES TE EQUIVOCAS.
Eso sí, las dos o tres modelos que eligió Steffy durante toda su carrera de selectora se convirtieron en estrellas inmediatamente. Era un talento que no se le podía negar, que compensaba el hecho de que tuvieron que ponerle barras de hierro a las ventanas para que las que eran rechazadas no saltaran.

Vany se acercó al escritorio de Cintia y no tardó en encontrar lo que estaba buscando. Había un sobre de papel madera que había llegado por correo hacía poco. La gente del correo no había notado que Cintia no estaba, aparentemente, porque lo dejaron en su oficina y no en la de su secretaria. Le llamó la atención ese sobre en particular porque el remitente tenía solamente una dirección en Comodoro Rivadavia, Chubut.
Abrió el sobre y sacó una hoja manuscrita y varias fotos que le resultaron familiares. En una de ellas, Mariano y Cintia sostenían una torta de cumpleaños. Vany ya había visto esa foto antes, en el living de su casa en La Perlita, solo que… en lugar de la torta, en la foto que conocía, estaba Cintita.

Continuará.

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